La frase

«Para los de mi generación y desde el punto de vista intelectual, el mundo se entendía   leyendo  a Marx y Freud. El comunismo era un avance de la justicia. Pero poco a poco nos   fuimos desengañando. Tampoco de manera absoluta. No creo que haya que tirar a la basura   a Marx y Freud, simplemente no es la medicina que cura todos los males, sí algún síntoma»                                                                                                                               ( Eduardo Mendoza )

De amistad y otras hierbas

Es de público conocimiento, la estación estival favorece el tiempo lúdico y la relajación, propicios para el fluir del libre pensamiento. Luego nos aproxima a la evaluación de nuestro entorno,  de nuestros actos y por lógica, de nuestros afectos y devociones.

En la Grecia antigua cuando Aristóteles se refería a la amistad, mencionaba que la había de tres clases: la basada en el placer; la que lo hacía en pos de la utilidad; y por último la que se basaba en el bien o la virtud de la persona que se estima. A ese respecto, y desde una arista diferente, vino a mi memoria este dicho: “A los amigos se los elige; a la familia se la hereda”, frase que en más de una oportunidad he ido recordando a lo largo de los años.

El tema desde luego no es innovador, y ha movilizado la inquietud de muchos escritores a lo largo de los tiempos. Uno de ellos fue el polémico Oscar Wilde (1854-1900), el autor de novelas tan difundidas como El retrato de Dorian Grey, Salomé o La importancia de llamarse Ernesto. Además de sus obras el literato irlandés ganó fama por muchas de sus citas, pero fue mucho menos conocida  su faceta en textos poéticos; si bien fue ganador del prestigioso Premio de poesía Newdigate.

Es evidente que la materia mueve a miles de enfoques y sentimientos, y dio y dará bastante de sí en el transcurso de muchas generaciones. No cabe duda que en el caso de Wilde, tuvo un cúmulo de sensaciones movilizadoras y, hace ya más de un siglo atrás, así lo plasmó en su poema Locos y santos:

“Escojo a mis amigos no por la piel u otro arquetipo cualquiera, y sí por la pupila.

Tiene que tener un brillo cuestionador y una tonalidad inquietante.

A mí no me interesan los buenos de espíritu ni los malos de hábitos.

Me quedo con aquellos que hacen de mí un loco y un santo.

De ellos no quiero respuesta, quiero mi opuesto.

Que me traigan dudas y angustias y aguanten lo peor que hay en mí. Para eso sigo siendo loco.

Los quiero santos, para que no duden de las diferencias y pidan perdón por las injusticias.

Escojo a mis amigos por la cara lavada y por el alma expuesta.

No quiero solo el hombro o el regazo, quiero también la mayor de sus alegrías.

Amigo que no ríe con uno, no sabe sufrir con uno.

Mis amigos son todos así: mitad estupidez, mitad seriedad.

No quiero risas previsibles ni llantos piadosos.

Quiero amigos serios, de aquellos que hacen de la realidad sus fuente de aprendizaje, pero luchan para que la fantasía no desaparezca.

No quiero amigos adultos ni aburridos. Los quiero mitad infancia y mitad vejez.

Niños, para que no olviden el valor del viento en el rostro y viejos, para que nunca tengan prisa.

Tengo amigos para saber quién soy yo.

Pues viéndolos locos y santos, bobos y serios, niños y viejos, nunca me olvidaré de que NORMALIDAD es una ilusión imbécil y estéril”

(Traducción del original de Rosa Corgatelli)

FLF.-