Carmen Balcells, el adiós a «Mama Grande»

Días atrás tuvo lugar un sentido homenaje a la figura de la agente literaria y a lo que ella significaba. Y es que la propietaria de la agencia con mayúsculas de las letras españolas y latinoamericanas (1930 – 2015) dejó un importante legado cultural, y además la huella de su personalidad a lo largo de su existencia, que le llevó a ser bautizada cariñosamente por muchos de sus representados como “Mamá Grande”.

Trabajo, perseverancia y una gran visión fueron los elementos con los que construyó su nombre, de lo que los anglosajones definirían como una self made woman. Características con las que tuvo la tutela de las obras de escritores de la talla de Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Isabel Allende, José Donoso, Eduardo Mendoza o Juan Marsé, por nombrar sólo algunos, y que la llevaron a jerarquizar el desempeño del agente literario.

Nada Carmen Balcells (blog.derrama.org.pe)mejor para señalarla que sus propias palabras vertidas en el momento de su nombramiento como Doctora Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Barcelona: “Por un lado, soy corpórea, terrenal, práctica, apasionada, exigente, generosa, y por el otro, irracional, generadora inconsciente del mito que acompaña mi vida de heroína de leyendas míticas. He sido, por tanto, agente con licencia para matar, sí, pero en realidad sólo con el deseo interior de ser Alicia en el país de las maravillas o una princesa medieval, y he derramado lágrimas en las batallas, he regado maravillas con guaraná y risotto, he querido a los autores sin cámaras ni micrófonos, y he evadido miedos con mil rosas literarias”.  Pensamiento que la definirá para la posteridad, y que de manera acertada fue incluido en el programa del acto “Memorial Balcells”, celebrado el pasado doce de enero, en el Palacio de la Música Catalana de la ciudad de mediterránea.

El aporte de su agencia para el progreso de las letras es considerado de tal magnitud, que el fruto de sus años de labor hasta el presente fue adquirido por el propio Ministerio de Cultura, cuando fue considerado como bien erudito español.

Luego  de su deceso otra de sus vástagos adoptivos, en este caso la brasilera Nélida Piñón, escribió unas sentidas palabras dedicadas a quien fuera su representante durante cuarenta años: “Allá donde fuera Carmen Balcells, tenía como precepto ordenar el mundo y los afectos. Por eso eligió con valentía a esta escriba brasileña, habitante del otro lado del Atlántico, para ser su amiga fiel. A ella confió memorias secretas, confidencias conmovedoras, el repertorio de una vida única, singular…”, para cerrar luego “La mortalidad es funesta y nada puedo hacer. Pero para mí, amada amiga, tú eres inmortal. Descansa en paz, ‘Carmencita do meu coraçao`”.

 

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