Narrativa alemana: Ferdinand Von Schirach

La literatura de ficción de origen germánico no es de las que abunda en el mercado en lengua castellana; con un público lector habituado más a un material procedente del mercado español y latinoamericano, del  anglosajón o incluso, al proveniente de la esfera francófona.

Esta limitada frecuencia se incrementa más si se trata de escritores poco renombrados o más aún, de flamante publicación. Es el caso del abogado muniqués Ferdinand Von Schirach, quien luego de años dedicado a la resolución de casos criminales rompe esta regla con su primer trabajo, Crímenes (Salamandra), donde se ha lanzado a utilizar parte del bagaje acopiado en sus años de letrado, para dar impulso y forma a sus relatos.

Con un estilo conciso pero de ritmo intenso cercano en ciertos pasajes al reportaje periodístico, enmascarados bajo una pátina de género policial, los once relatos nos llegan aupados por un sonado éxito en su país de origen. En ellos subyace el choque entre sociedad e inmigración, cuando un séquito de sobrevivientes intentan aferrarse desesperadamente a la vida como a una tabla de náufrago. Nos hablan de códigos y de  ética en el submundo del crimen y también, de aquellos que tiñen su mascarada sin importarles a quienes usan para sus fines. Sus historias se muestran desgarradoras y certeras cual afilada guillotina, sacuden y obligan a la reflexión del lector.

Nada Ferdinand von Schirach IImejor para sintetizarnos el qué y el cómo que el prólogo del mismo autor, donde destaca:

“Escribo sobre procedimientos penales, en los que he actuado como abogado defensor en más de setecientas ocasiones, pero en realidad hablo del ser humano, de sus fracasos, de su culpa y su grandeza.

Uno de mis tíos era juez presidente de un tribunal de jurado. Esta clase de tribunales son los encargados de juzgar delitos contra la vida: homicidios y asesinatos. Nos contaba casos que nosotros, de niños, éramos capaces de comprender. Siempre empezaban con la misma frase: ´La mayoría de las cosas son complicadas, y la culpabilidad es siempre un asunto peliagudo`

Tenía razón. Perseguimos las cosas, pero son más rápidas que nosotros y nunca podemos darle alcance. Yo cuento las historias de asesinos, traficantes de drogas, atracadores de bancos y prostitutas. Todos tienen una historia y no son distintos de nosotros. Nos pasamos la vida danzando sobre una fina capa de hielo, debajo hace frío, y nos espera una muerte rápida. El hielo no soporta el peso de algunas personas, que se hunden. Ése es el momento que me interesa. Si tenemos suerte, no ocurre nada y seguimos danzando. Si tenemos suerte…”