“Los iconos son sagrados, pero no todos obran milagros. En mi pueblo teníamos el sagrado icono de Paraskevis, que estaba en la capilla de la colina. Hasta allí llegaban peregrinos de distintas partes del país, que en su mayoría eran ciegos o tenían problemas de visión. Se arrodillaban ante él, le rogaban con lágrimas en los ojos y algunos afirmaban sentirse mejor al instante. Aquel icono fue el primer oculista del pueblo” ( Theodor Kallifatides )