«Una buena literatura divide a los lectores, crea antagonismos, produce enfrentamientos y pasiones … es una forma privada de la utopía. Se lee para convertirse en poeta, para amar, para madurar, para mejor morir. Sólo a los lectores se les ofrece o se niega el mundo… hay que leer la literatura con fe, es decir, como modelo de vida, como un oráculo personal» (Ricardo Piglia)