«Grenouille apartó la sábana del lecho. La magnífica fragancia de la muchacha, que se derramó súbitamente, cálida y masiva, no le conmovió. Ya la conocía y la disfrutaría, la disfrutaría hasta la embriaguez más adelante, cuando la poseyera de verdad. Ahora se trataba de empezar cuando antes, de dejar evaporar la menor cantidad posible; ahora se imponía la concentración y la rapidez…» ( El Perfume – Patrick Süskind )